La semana pasada, Marcelo Ebrard, Secretario de Economía, anunció emocionadísimo “una muy buena noticia para México”: la entrega de “un pr...
La semana pasada, Marcelo Ebrard, Secretario de Economía, anunció emocionadísimo “una muy buena noticia para México”: la entrega de “un premio de muy alta jerarquía” a la Presidenta Claudia Sheinbaum por su promoción de la sustentabilidad ambiental. ¡Ay, mamá Carlota! Y era nada menos que un Premio Nobel.
El “Nobel Sustainability Trust,” el cual supuestamente había sido otorgado a la presidenta Claudia Sheinbaum.
Al día siguiente, los medios afines al gobierno no dudaron en titular sus encabezados con “Claudia Sheinbaum gana el Premio Nobel de Sustentabilidad”... ¡ah, su madre! Obviamente, todo el mundo quedó atónito, pero había algo que revisar.
¿Era el Nobel verdadero?
¿O acaso se trataba del Nobel de mentiras que en 2007 desenmascaró el New York Times?
No pasó mucho tiempo para darnos cuenta de que, efectivamente, el premio que había recibido Claudia Sheinbaum era el Premio Patito, un premio falso. Un premio que, de hecho, la Fundación Nobel había denunciado como una trampa para incautos.
¿Y en qué consiste este premio Nobel patito? Para empezar, y para que entienda usted cuán falso es, su sede no está en Estocolmo como la de la Fundación Nobel. No. Su sede está en Pakistán, los Emiratos Árabes Unidos y Texas, tres lugares conocidos por su amor inexistente a la sustentabilidad ambiental. La cuenta de Twitter de este “Premio Nobel” tiene... ¿sabe cuántos seguidores? Once seguidores... ¡ah, la madre! Definitivamente, es más falso que Temu. Incluso la politóloga Verónica Malo Guzmán investigó y descubrió que el nombre de Claudia Sheinbaum ni siquiera figura entre los premiados.
La carta de premiación que desató la alegría de Marcelo Ebrard y exaltó el ánimo del “pueblo bueno y sabio”, revela además que el Nobel Sustainability Trust es invento de un familiar lejano de Alfred Nobel llamado Michael Nobel, sobrino bisnieto de Alfred. Y resulta que este señor ya tiene bastantes problemas con la propia Fundación Nobel de su muy lejano pariente, porque la Fundación lo ha denunciado por intentar usar el apellido Nobel para ganar dinero.
Para refrescar la memoria, el New York Times publicó en 2007 un artículo del periodista Barnaby Feder titulado “El Premio Nobel que no fue”. Ahí, se narra cómo este tal Michael Nobel decidió inventarse un “nuevo” Premio Nobel para sacar provecho de su apellido. Y lo creó con tan mala suerte que la Fundación Nobel, la verdadera, emitió un comunicado el mismo año, alertando al mundo de que Michael había sido expulsado de la Fundación Nobel por andar con estos “negocios”.
No solo eso. La Fundación Nobel también advirtió que quienes se involucraran en actividades no autorizadas, otorgando o recibiendo premios Nobel falsos, podrían enfrentar acciones legales. Como dato adicional, aquellos que caían en la trampa del premio falso debían pagar 25,000 dólares por asistir a la ceremonia y dar un discurso...
Todo quedó en un ridículo monumental. Falta ver si Claudia Sheinbaum tendrá la audacia de enviar un representante del gobierno mexicano para recoger este “premio” en su nombre... hágame usted el favor.
Mi comadre tiene una frase perfecta para ilustrar esto: “Agua puerca pa’l marrano”.
De donde yo vengo hay otra, más elocuente: “Apenas el chipote pa’l chingazo”.
Estas frases encajan a la perfección con esta administración de pacotilla que recurre a mentiras y engaños para aparentar “reconocimientos” mundiales. Parece que les falta algo. Ya tienen todo el poder, ya tienen absolutamente todo, ya derrumbaron el Poder Judicial que les estorbaba, ya fueron legitimados en las urnas.
Entonces, ¿para qué exponer a la Presidenta a semejante ridículo?
¿No fue suficiente el bochorno de Lord Molécula cuando hizo firmar al expresidente su tesis de maestría, solo para que la escuela Carlos Septién desmintiera el engaño de don lameculos?
Ahora, Marcelo Ebrard expone a su presidenta a un ridículo monumental conocido ampliamente desde 2007, únicamente para dar brillo a los zapatos de la “4.ª Transformación”.
¿Necesita esa “4T” este tipo de “reconocimientos” a nivel local?
No, por supuesto. Pero parece que la 4T anda buscando desesperadamente la legitimación internacional, y acude a ver dónde encuentran a alguien que se atreva a decir que la 4T es lo mejor que le ha pasado a México, o al menos a justificar, como sea, que la presidenta quede bien.
Pero ¿recurriendo a estos bulos?
Cuando Claudia Sheinbaum fue cuestionada al respecto, dejó claro que su administración no había gestionado este premio, pero aun así no resistió la tentación –como buena autócrata– de decir: “Ay, es que estoy comprometida con el pueblo y haremos lo posible por bla bla bla bla, bla…”.
Ahora que el asunto ha quedado al descubierto y que el timador Michael Nobel y el ingenuo de Marcelo Ebrard han quedado desenmascarados, creo que la 4T ha quedado exactamente en el lugar que le corresponde: un premio patito para una Presidenta patito.
