Nadie en el mundo quiere volver a ver un efecto Tequila, excepto Morena. Parece que Morena, en particular Claudia Sheinbaum, están encamin...
Nadie en el mundo quiere volver a ver un efecto Tequila, excepto Morena.
Parece que Morena, en particular Claudia Sheinbaum, están encaminando a México hacia una nueva crisis económica global con las modificaciones a la Constitución en materia de impartición de justicia.
En 1994, el mundo conoció el efecto Tequila -a nivel doméstico lo llamamos "el error de diciembre"-. Hay que recordar que en ese año, Ernesto Zedillo recibió un país con la economía colgando de un hilo, y cometió el error de anunciar a los inversionistas y empresarios que se devaluaría la moneda. Esa advertencia empeoró la situación. Además, el dólar fue liberado, es decir, comenzó a flotar libremente, dejando de estar controlado frente al peso. Ahí se desató un caos cuyas consecuencias son bien conocidas.
Hay importantes diferencias con la situación actual, pues en aquel entonces México no tenía reservas, quedándose prácticamente sin fondos, lo cual agravó la crisis. Ahora, México cuenta con reservas, lo que ofrece cierta tranquilidad, pero no deja de haber señales preocupantes.
Y es que a pesar de las reservas, muchos en el mundo están alarmados por la situación en México, que parece estar tomando un rumbo arriesgado en la consolidación del poder. La representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, ya ha expresado su inquietud sobre las reformas, manifestando diplomáticamente que estas generan muchas preguntas sobre la relación entre México y Estados Unidos.
Tai también comentó que la reforma es uno de los temas que guían la política de Washington hacia la administración de Claudia Sheinbaum.
Por cierto, ¿ha escuchado usted si Washington ha respondido la pregunta de López Obrador a Sheinbaum sobre el tema de Mayo Zambada? Nada...
Además, varios funcionarios y empresarios estadounidenses han advertido que la reforma está erosionando los contrapesos al poder del partido gobernante y pone en riesgo el Estado de derecho.
El embajador Ken Salazar ha sido prácticamente enviado a esperar turno en la Cancillería mexicana para consultas. Aunque fue correcto que México le indicara al embajador que siguiera el protocolo, el error fue hacerlo público, lo cual ridiculiza al gobierno de Estados Unidos, algo que ese país detesta en la arena internacional. Mientras tanto, expertos señalan que politizar el sistema judicial, sometiendo a los jueces a presiones políticas o a la influencia de grupos de interés, debilita gravemente el Estado de derecho mexicano.
Este tipo de presiones puede llevar a que los jueces dicten sentencias favoreciendo a quienes los eligieron, en lugar de aplicar la ley de manera imparcial. Y, por lo general, quienes tienen el poder económico para influir en estas decisiones son los narcotraficantes y los empresarios. Así que ese argumento populista de que "ahora ya no habrá corrupción" es una falacia ridícula. La realidad es que un sistema judicial politizado también desincentivará la inversión extranjera, ya que las empresas temerán que sus derechos no estén protegidos.
Es lógico. Si una empresa invierte en México y se enfrenta a un conflicto con el gobierno, y los jueces deciden a favor del Estado, la inversión corre peligro. Esto podría llevar a que muchos prefieran no invertir en un país donde podrían perder su capital.
Esta situación también afectará la ya precaria calidad del sistema judicial. Descartar la experiencia de jueces capacitados desanima a los jóvenes que buscan seguir una carrera judicial. Todo esto está sembrando temor en la comunidad internacional de que se repita un efecto Tequila, afectando la confianza en el país y deteriorando la calificación crediticia de México, lo que encarecerá aún más los préstamos internacionales a los que México tendrá que recurrir agravando el déficit, que actualmente ya está en un 6% del PIB. Cabe recordar que, durante el efecto Tequila, el déficit subió al 7%.
Hoy podríamos estar a las puertas de una crisis similar.
Es alarmante que, 30 años después, estemos cometiendo errores similares a los que provocaron la crisis de 1994. Hoy, parece que no hemos aprendido nada, y estamos en camino a una nueva crisis económica.
Lo más preocupante es que, mientras algunos festejan estos cambios, quienes pagarán las consecuencias no serán los ricos ni el gobierno, sino los trabajadores y la clase media. La comunidad internacional está preocupada, ya que un nuevo efecto Tequila tendría consecuencias desastrosas, no solo para México, sino también para la economía global, que aún está en una situación post pandemia.