¡Se ofrece recompensa a quien sepa dónde está Claudia...! porque nos dejó a Sheinbaum allí, en las mañaneras del pueblo. Cuando comenzó e...
¡Se ofrece recompensa a quien sepa dónde está Claudia...! porque nos dejó a Sheinbaum allí, en las mañaneras del pueblo.
Cuando comenzó el sexenio, Claudia tenía ganas de definir un estilo comunicacional muy propio, tanto así que dejó claro que quería crear sus propias secciones: unas orientadas a la exploración de la historia de México, otras dedicadas a destacar a las mujeres más relevantes, algo sobre temas de salud, e incluso una sección sobre la grilla, que trataba, por supuesto, el tema de "las mentiras".
El modelo comunicacional de Claudia quería hacer relevante su administración, dejar claro cuáles eran sus prioridades y priorizar sus intereses.
Sin embargo, esa intención solo duró cuatro mañaneras.
En la quinta, ya no apareció Claudia; en su lugar salió una Sheinbaum completamente descolocada, enojada, y con miedo.
Porque sí, Sheinbaum tiene miedo.
Desde entonces, se ha dedicado a defender al expresidente de manera irredenta, y Claudia desapareció. No volvimos a verla en ningún momento.
Es evidente que la comunicación de la presidenta está fallando de forma vergonzosa. Apenas había empezado a definir su estilo comunicacional y, de pronto, lo abandonó para centrarse sólo en defender al expresidente y justificarse.
Aquella Claudia que quería impulsar una agenda social, comprometida con la gente, interesada en la salud, se desvaneció. Esto sorprende, sobre todo porque, siendo científica, uno esperaría que también estuviera enfocada en temas educativos. En su lugar, relegó la educación a un ámbito de relato histórico y, por supuesto, a la reivindicación de las mujeres, cuando la educación abarca mucho más.
Se le podía disculpar en un principio. Pero la realidad es que la comunicación de Claudia Sheinbaum no pudo resistir el embate de los problemas que le surgieron por todas partes, especialmente aquellos que le dejó el expresidente, el innombrable "Ya Saben Quién". Los cuestionamientos de los periodistas sobre esos problemas la abrumaron, dando paso a una Sheinbaum malhumorada y llena de miedo.
Es evidente que está siempre a la defensiva, y eso se nota en cada mañanera. Hemos perdido a la científica fresca, y ahora vemos a una persona dedicada a la defensa irracional de una propuesta que ha dominado el escenario mediático: la reforma judicial. El constante esfuerzo de Claudia por justificarla una y otra vez la ha convertido en una muy mala intérprete de la Constitución, y la ha llevado incluso a desentenderse de la sororidad que prometió cuando dijo que "con ella llegaban todas", refiriéndose a las mujeres. Sin embargo, cuando la jueza de Querétaro le ordenó retirar del Diario Oficial de la Federación la reforma judicial, Claudia reaccionó con una dureza inesperada e innecesaria, pues si la presidencia hubiera acatado esa orden no significaba que la reforma se cayera, ni siquiera la tocaba, y le hubiera servido para demostrar respeto por la ley con la posibilidad de impugnarla legalmente.
Pero no, optó por la confrontación, por no "mostrar debilidad". Y lo único que logró fue demostrar no sólo desconocimiento, sino furia y pavor.
Absolutamente todo comunica cuando se ejerce el poder. Y la descolocación de los temas que Claudia Sheinbaum quería impulsar en sus mañaneras la ha dejado en una situación incómoda. Todas las mañanas se ha dedicado a recordar el 'legado' de su exjefe y a definir su administración como una oficialía de partes de 'Ya Saben Quién'.
Entonces, ¿dónde está Claudia?
¿Dónde está la presidenta y su administración que prometió a los mexicanos durante la campaña?
Es una pregunta legítima que no puede responder el equipo de comunicación social de la presidencia. Quien debe llevar la voz cantante en este tema es la propia presidenta.
Si se va a pasar todo el tiempo apagando los fuegos provocados por su exjefe, entonces su administración no será más que una delegación de los caprichos del expresidente.
Aunque el cerco informativo lleva roto más de seis años, Claudia se diluye, se pierde. Ya no sabemos dónde está la Claudia que todos creían sería una gran presidenta. Lo único que ha demostrado es que su exjefe sigue pesando mucho en su ánimo, que su exjefe sigue mandando, que su exjefe sigue moviendo los hilos en la Ciudad de México, jalándole las orejas a su pupila.
Sí, parece que Claudia Sheinbaum se ha perdido en los entretelones de su exjefe.