Morena acabó con su autoridad moral. Con la reciente reforma al Poder Judicial y después de abusar, de acudir a las canalladas, de ser ru...
Morena acabó con su autoridad moral.
Con la reciente reforma al Poder Judicial y después de abusar, de acudir a las canalladas, de ser ruines, de ser bajos, de chantajear, de amenazar con cárcel, de casi secuestrar gente, hacer amagos de lo peor, aliarse con gente que apesta a reo o, lo peor de lo peor, hacer pactos con los Yunes, o con Movimiento Ciudadano para secuestrar a un senador, hacerlo a un lado y darle el pretexto para decir 'hoy no puedo ir a votar', mostró que es exactamente lo que la gente no quería.
Esa pose de “no somos iguales” quedó destruida por completo. Perdió la autoridad moral que tanto presumía y le quita legitimidad al triunfo electoral con el cual se alzaron con la 'voluntad popular'.
Y le va a costar enormemente, incluso la continuidad del proyecto político.
¿Por qué?
Porque acudieron al chantaje y a la extorsión para sacar la reforma adelante acudiendo a lo que toda la gente odia: la política puerca, la política marrana, la política asquerosa y que apesta a estiércol.
Es natural que después de un proceso electoral se genere incertidumbre política, pero su consecuencia debe de ser la certeza política. Pero no, Morena apostó por Las Locuras del Emperador y sembró una semilla muy peligrosa.
La incertidumbre que va más allá del proceso electoral no es compatible con el Estado de Derecho.
De paso, López Obrador achica a su "giganta", convierte a Claudis Sheinbaum en un ratoncito diminuto sin margen de maniobra.
Si la idea era controlar un poder que se le escapaba de las manos a Morena, hacerlo a través de una reforma constitucional mal escrita e impuesta a la fuerza hace que se pierda por completo el rumbo que los mexicanos suponían la 4T quería transitar.
Ciertamente, Morena adquirió mucho poder, como nunca, pero pierde autoridad y pierde autenticidad. Y ese tipo de partidos no duran mucho en el poder. Este régimen y los actores que lo representan tienen sus días contados.
Morena cruzó una línea que nunca debió de cruzar: no puedes enderezar la justicia torciéndola todavía más, haciéndole gancho, estrangulándola. No se puede.
Granjearse un voto y neutralizar otro en base a la extorsión no tiene nada de digno.
Y si usted cree que la dignificación vendrá de la oposición, está muy equivocado.
¿Cómo es posible que una oposición que se sabía opacada en todos los sentidos, haya metido como senadores y diputados a gente que apesta a cárcel?, ¿a gente que debe un montón de cosas?, ¿a personas que con cualquier apretoncito se ausentan o cambian el sentido de su voto?.
Que el PAN, el PRI y Movimiento Ciudadano hayan metido como senadores y diputados a gente acusada de peculado, y algunos incluso acusados de homicidio (ojo, Movimiento Ciudadano), nos está mostrando que ni los Markitos, ni los Alitos, ni los Dantitos son garantía de que México pueda aspirar a una mejor clase política que sustente sus decisiones en función del Estado de Derecho y en función de apoyar a la gente.
¿En qué momento perdimos el rumbo y permitimos que esta clase de mequetrefes tomen las riendas del país y nos manden al precipicio?.
México está perdiendo décadas muy valiosas para incorporarse a un régimen que de verdad apoye al mexicano común a crecer, a generar riqueza, a que sus sueños se conviertan en realidad.
La 4T no va a durar mucho, pero ¿quién irá a tomar las riendas de un país una y otra vez en construcción?
¿Acaso estamos los mexicanos condenados a padecer eternamente liderazgos basura?
Me niego a creerlo.
Pero por lo pronto, esos son los que están, y son los que se van a ir.