La historia que nos enseñaron en los libros de texto sobre la independencia de México es una vil mentira. O por lo menos está plagada de m...
La historia que nos enseñaron en los libros de texto sobre la independencia de México es una vil mentira. O por lo menos está plagada de muchas pequeñas mentiras que se han hecho una gran mentira.
Hoy los mexicanos, patrioteros como siempre, festejamos que Hidalgo, Morelos e Iturbide fueron los que nos regalaron la patria que hoy tanto disfrutamos.
Pero la realidad es muy distinta. Una mentira que se ha institucionalizado a través de los libros de texto.
Efectivamente, Hidalgo fue el que convocó al uso de las armas en septiembre de 1810 y al año lo fusilan, en 1811. La lucha la continuó otro cura, José María Morelos y Pavón, y a él lo fusilan en 1815. De acuerdo a la lógica institucional-gubernamental o lo que viene en los libros de texto, esa fue la primera parte del proceso de independencia. Esta se terminaría consumando en 1821, y el que la termina firmando es Agustín de Iturbide. Y ya todo el mundo contento, diciendo que esa fue la parte administrativa de la Independencia.
Nada más que aquí hay un problema.
Iturbide combatió a Hidalgo.
Iturbide combatió a Morelos.
Iturbide estaba en contra de los Padres de la Patria, simple y sencillamente porque era el representante del gobierno español aquí en México, era autoridad de la Nueva España.
A Iturbide le toca plasmar su firma en el proceso de independencia, pero obviamente con el visto bueno de España.
En resumen, la justa iniciada por Hidalgo y por Morelos fue un fracaso descomunal.
Hay que destacar la supina ineptitud de Hidalgo, que permitió masacres horrendas como la de la Alhóndiga de Granaditas
Pero la historia que nos da fiestas y puentes no toca esas pequeñeces, simplemente nos da la oportunidad de ser patrioteros que agitan banderitas para sentirse bien una vez al año. Transfigura a Hidalgo y a Morelos como seres inmaculados que fraguaron el arranque de la independencia, triunfando de manera increíble y amorosa en 1821 con la firma de el Acta de Independencia de México.
Nada más falso.
Pero es una mentira que está en los libros de texto, y permea en el ADN del mexicano.
Porque los mexicanos somos muy buenos para tragarnos todas las mentiras que nos mete la administración pública en turno. No solamente nos negamos a ver el cúmulo de mentiras que nos han inventado, sino que además nos molesta que nos muestren la verdad, ya no solo del pasado, sino del México de seis años atrás.
Nos cuesta mucho trabajo modificar nuestras creencias.
Porque somos dignos y férreos habitantes de la República De Los Otros Datos.
La historia nos permite atisbar un poquito en la psique del mexicano abandonado de todo y por todos.
Octavio Paz hablaba de ese mexicano olvidado por sus dioses tras la conquista, razón por la que se abrazó como loco a la religión católica, pero siempre con ese sentimiento de orfandad que fue caldo de cultivo para crear un país que festeja y casi condecora a los padres que abandonan.
Por eso el mexicano busca desesperadamente,m constantemente, fervientemente a su próximo Padre, al siguiente Tlatoani, al Dios en turno, y eso hace que nos abracemos fervientemente a cualquier taradete que nos ofrece la salvación.
¿Suena conocido....?