La ventaja de nuestro matrimonio es que somos completamente distintos. Mi esposa ama el control; yo ni lo conozco. Son frecuentes en nuestra...
La ventaja de nuestro matrimonio es que somos completamente distintos. Mi esposa ama el control; yo ni lo conozco. Son frecuentes en nuestras conversaciones los salvajes giros de la vida, tanto la nuestra como la de quienes conocemos, y no faltan las ocasiones en las que intentamos analizarla como algo previsible. Siempre terminamos más convencidos que, por mucho que se quiera mantener el control, hay acontecimientos que se presentan de forma abrupta y que obligan a quienes les ocurren a replantearse la vida.
Nuestra sociedad se obliga a creer que los sucesos extraordinarios y los accidentes son poco frecuentes, cuando es justo lo contrario: son parte fundamental de la realidad. Vivimos en el mundo de lo impredecible.
Pero, contrario a lo que nos quieren vender las empresas de seguros, el cambio y la incertidumbre no son necesariamente malos.
Nunca se puede saber el alcance que tendrán las cosas que suceden a nuestro alrededor todo el tiempo. Hay un video que circula constantemente en las redes sociales del discurso que ofreció Steve Jobs en la Universidad de Stanford, en el que habla de varios acontecimientos inesperados de su vida que adquirieron todo su sentido cuando los contempló en perspectiva. La vida misma está llena de esas experiencias: una vocación que se descubre tras perder el trabajo que solo producía insatisfacción, una enfermedad que facilitó la reflexión y que desembocó en importantes cambios, o una dolorosa ruptura que fue seguida por el hallazgo del verdadero amor.
Somos animales muy raros, y tendemos a olvidar con demasiada frecuencia que una de las pocas certezas con las que podemos contar a lo largo de la vida es que esta cambia. ¿Cuántas veces no nos hemos sentido abrumados por la incertidumbre?. Sólo quienes aplican la idea del 'quizás' ven que el ciclo del cambio es incesante, y que cada resultado ofrece más posibilidades futuras.
Nos aferramos de forma natural a lo conocido, a lo previsible. Conforme no convertimos en adultos solemos repetir las cosas que nos entregan resultados familiares, porque eso nos produce una sensación de control que nos da calma (aunque nos aburra). Mi amigo Héctor Sánchez, director de este diario, lo define muy bien cuando habla de la 'zona de confort' en la que muchas personas se estacionan de forma permanente durante mucho tiempo, porque es el territorio donde la incertidumbre, la escasez y la vulnerabilidad son mínimos, y por ende el lugar donde creemos que hay espacio suficiente para el amor, la comida, el talento, el tiempo o la admiración. En suma, un lugar donde creemos tener algún control.
Sin embargo, justo cuando hay cambios drásticos en la vida que nos sacan de nuestra 'zona de confort' es cuando se potencia la creatividad y nos impulsa a sacar lo mejor de nosotros mismos, ya que los cinco sentidos están aplicados en aprender de ese mundo desconocido. La incertidumbre nos hace crecer y nos puede llevar a lugares inesperados.
El investigador Nassim Nicholas Taleb lo explica muy claramente en su ensayo El Cisne Negro. Las cosas que suceden contra cualquier pronóstico o previsión suceden más frecuencia de lo que se pueda creer, y tienen tres características para ser sucesos que generan cambio: es inesperado, y nada de lo ocurrido en el pasado apunta a que pudiera presentarse; tiene gran impacto porque, por ser inesperado, nos agarra completamente desprevenidos y capta toda nuestra atención; y genera explicaciones ‘a posteriori’ precisamente por el temor que produce lo incierto, y se buscan todos los argumentos que justifiquen por qué ha sucedido.
Puede que le sorprenda saber que El Cisne Negro es un ensayo financiero, porque se aplica muy bien a nuestra vida cotidiana. Hay cosas que no tienen una explicación racional, así que en vez de perder tiempo tratando de controlarlo todo, es mejor estar dispuestos a esperar lo inesperado. En vez de morirnos de miedo, podemos aceptar que la vida es cambio y sorpresa constante, y pensar así nos permitirá abrazar mejor las nuevas posibilidades que nos llevarán al futuro.
jose@antoniozapata.com
Nuestra sociedad se obliga a creer que los sucesos extraordinarios y los accidentes son poco frecuentes, cuando es justo lo contrario: son parte fundamental de la realidad. Vivimos en el mundo de lo impredecible.
Pero, contrario a lo que nos quieren vender las empresas de seguros, el cambio y la incertidumbre no son necesariamente malos.
Nunca se puede saber el alcance que tendrán las cosas que suceden a nuestro alrededor todo el tiempo. Hay un video que circula constantemente en las redes sociales del discurso que ofreció Steve Jobs en la Universidad de Stanford, en el que habla de varios acontecimientos inesperados de su vida que adquirieron todo su sentido cuando los contempló en perspectiva. La vida misma está llena de esas experiencias: una vocación que se descubre tras perder el trabajo que solo producía insatisfacción, una enfermedad que facilitó la reflexión y que desembocó en importantes cambios, o una dolorosa ruptura que fue seguida por el hallazgo del verdadero amor.
Somos animales muy raros, y tendemos a olvidar con demasiada frecuencia que una de las pocas certezas con las que podemos contar a lo largo de la vida es que esta cambia. ¿Cuántas veces no nos hemos sentido abrumados por la incertidumbre?. Sólo quienes aplican la idea del 'quizás' ven que el ciclo del cambio es incesante, y que cada resultado ofrece más posibilidades futuras.
Nos aferramos de forma natural a lo conocido, a lo previsible. Conforme no convertimos en adultos solemos repetir las cosas que nos entregan resultados familiares, porque eso nos produce una sensación de control que nos da calma (aunque nos aburra). Mi amigo Héctor Sánchez, director de este diario, lo define muy bien cuando habla de la 'zona de confort' en la que muchas personas se estacionan de forma permanente durante mucho tiempo, porque es el territorio donde la incertidumbre, la escasez y la vulnerabilidad son mínimos, y por ende el lugar donde creemos que hay espacio suficiente para el amor, la comida, el talento, el tiempo o la admiración. En suma, un lugar donde creemos tener algún control.
Sin embargo, justo cuando hay cambios drásticos en la vida que nos sacan de nuestra 'zona de confort' es cuando se potencia la creatividad y nos impulsa a sacar lo mejor de nosotros mismos, ya que los cinco sentidos están aplicados en aprender de ese mundo desconocido. La incertidumbre nos hace crecer y nos puede llevar a lugares inesperados.
El investigador Nassim Nicholas Taleb lo explica muy claramente en su ensayo El Cisne Negro. Las cosas que suceden contra cualquier pronóstico o previsión suceden más frecuencia de lo que se pueda creer, y tienen tres características para ser sucesos que generan cambio: es inesperado, y nada de lo ocurrido en el pasado apunta a que pudiera presentarse; tiene gran impacto porque, por ser inesperado, nos agarra completamente desprevenidos y capta toda nuestra atención; y genera explicaciones ‘a posteriori’ precisamente por el temor que produce lo incierto, y se buscan todos los argumentos que justifiquen por qué ha sucedido.
Puede que le sorprenda saber que El Cisne Negro es un ensayo financiero, porque se aplica muy bien a nuestra vida cotidiana. Hay cosas que no tienen una explicación racional, así que en vez de perder tiempo tratando de controlarlo todo, es mejor estar dispuestos a esperar lo inesperado. En vez de morirnos de miedo, podemos aceptar que la vida es cambio y sorpresa constante, y pensar así nos permitirá abrazar mejor las nuevas posibilidades que nos llevarán al futuro.
jose@antoniozapata.com